viernes, 17 de julio de 2009

CAMBALACHE-3ero 4ta-Lengua

CAMBALACHE

La letra de Enrique Santos Discépolo (1935) lleva las marcas de su contexto social y político, la década del 30 en la cual se relativiza hasta el juicio sobre lo que está ocurriendo: para unos “un fraude patriótico”, para otros “la década infame”. El “régimen” está fuera de la ley y no gobiernan los honrados.
El texto satura de didactismo de los ejemplos, el nivel emblemático, a través de nombres propios de próceres, luchadores de catch, personajes de cabaret, mafiosos y ladrones famosos.
La imagen de la “vidriera irrespetuosa de los cambalaches” es un síntoma de una ciudad que profundizó su perfil de “Fenicia comercial” y que estimuló una de las mejores épocas del ensayo nacional (Mallea, Scalabrini Ortiz, Erro, Martínez Estrada).
El tango de Discépolo es un ejemplo claro de cómo, a través de una forma no tradicional, se puede ejercer la acción de manifestar en contra de un sistema de valores hegemónico. “Cambalache” plantea, de hecho, la reedición en lunfardo del milenario tópico del “mundo al revés”. El orden que el otro (el poder, el gobierno) pregona, en realidad se revela como desorden; la jerarquización de valores declamada oculta la inexistencia de ética y moral, su sacrificio en el altar de un dios bastardo: el dinero.
Como en otros casos el “efecto manifiesto” se construye aquí desde la recepción. Al respecto sería un ejercicio interesante hacer un listado de las diferentes recepciones que “Cambalache” ha tenido a lo largo de los años y que son muestra de su contundencia expresiva. En esta lista, por ejemplo, debería figurar la prohibición que pesó sobre la canción en el período 1976-1982 y la versión que del mismo realiza el grupo de trash argentino Hermética en la Argentina de los 90.



Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé…
¡en el quinientos seis y en el dos mil también!
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé…
Pero que el siglo veinte
es un despliegue de maldad insolente
¡ya no hay quien lo niegue!
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados…

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro
generoso o estafador!...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezaclao con Stavisky va Don Bosco
y la Mignón,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín…
Igual que la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
junto al calefón…

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril…
¡El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
Noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley…

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